Cuando te planteas dar un nuevo aire a tu hogar, la pintura siempre está en un lugar destacado entre las opciones para conseguir tu objetivo. Lo cierto es que es una buena idea para renovar tu entorno. Apostar por un nuevo color no solo decora tu casa, sino que también consigue crear un ambiente diferente. Una vez tomada esta decisión, se impone la elección de la técnica. ¿Brocha, rodillo o pistola? En este post te ofrecemos brycus consejos sobre cómo utilizar una pistola de pintar con compresor. Así pues, toma nota y no te pierdas nada.
Como siempre que nos ponemos manos a la obra para pintar una casa, los preparativos son fundamentales. Aunque pueda parecer un poco tedioso, recubrir el suelo es básico para evitarte trabajo más tarde. Puedes usar papel o plástico, que se vende específicamente para este cometido en tiendas de bricolaje. Recuerda cubrir también el zócalo, sin dejar ninguna zona descubierta. En este tipo de pintura este consejo es especialmente importante, pues la pistola esparce el producto mediante aire y podría manchar con facilidad cualquier superficie. Además, cúbrete también las manos con unos guantes y, preferiblemente, también la boca y la nariz con una mascarilla y los ojos con unas gafas especiales, de venta en tiendas especializadas en pintura. Cuando estés listo, llegó el momento de centrarnos en la herramienta.
La pintura con pistola consigue un efecto muy bonito, debido al aire que aporta el compresor, que difumina la pintura y mejora el acabado. Sin embargo, es necesario leer bien las instrucciones de uso, y diferenciar las partes que componen la herramienta. Para empezar, deberás llenar el tanque o depósito con la pintura, y asegurarte que una vez cargada estén todas las piezas convenientemente encajadas. Cuando hayas hecho estas comprobaciones, puedes enchufar la pistola a la corriente eléctrica. Asegúrate de empuñar la pistola de pintar en la posición correcta. Así, por ejemplo, si vas a pintar una pared, la pistola debe estar en vertical, y la boquilla por la que sale la pintura estará mirando hacia la superficie a pintar.
Cuando comiences, es aconsejable que lo hagas por alguna de las zonas que vayan a estar menos visibles. De esta forma, si al comienzo tienes algún pequeño fallo técnico, no será un problema. A diferencia de la pintura a brocha o rodillo, cuando usamos pistola hay que calcular la distancia adecuada y cuidar los tiempos. Así conseguiremos que no aparezcan chorretones ni haya diferencias de acabado entre unas zonas y otras. Al principio puede parecer complicado, pero verás cómo rápidamente lo dominas a la perfección. La distancia recomendada es entre 15 y 30 centímetros. Es necesario respetar esta norma básica, ya que estamos trabajando con una herramienta que se basa en la fuerza del aire, algo similar a si usáramos un spray. Por tanto, para que el efecto sea el deseado, hay que cuidar que en todo momento estés a una distancia aproximada similar.
Si al comenzar a trabajar, observas que la presión del aire es excesiva o demasiado baja, debes parar y apagar la pistola antes de hacer las comprobaciones necesarias. La clave está en la válvula de ajuste, que por lo general está situada junto a la empuñadura o en la base de esta. Deberás dar más o menos presión según las necesidades que has detectado, y encender nuevamente la pistola. Ahora que los ajustes están perfectos y has encontrado el truco y la distancia idónea, verás que es una técnica fantástica, que aporta rapidez y un vistoso acabado.
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