Reparar superficies de madera
Las superficies de madera son vulnerables a todo tipo de daños. Cortes no muy profundos... Hundimientos anormales provocados por golpes o accidentes... Hay una variedad de perjuicios que, sin ser especialmente irremediables, pueden arruinar el aspecto de paredes, muebles u otras superficies de madera. No afectan los objetos profundamente: levantan y destruyen la madera apenas por debajo del acabado, pero producen un daño estético y la disminución de su valor. En algunos casos acarrean el riesgo del deterioro.
Por suerte, podemos solucionar muchos de esos problemas. De hecho, el arreglo de las superficies puede llegar a ser muy sencillo y de bajo coste. No es necesario dominar técnicas, fórmulas o un arte específico para lograr que las superficies vuelvan a verse mucho mejor siguiendo este brycus consejo. Puede llegar a ser una tarea gratificante y hasta divertida, en especial para quienes la emprendan como hobby.
Herramientas y materiales
La colección de elementos necesarios para emprender la reparación dan una idea exacta del bajo coste de esta empresa:
Lija:Esta puede ser de papel. Las hay también de tela, con las que se consigue mayor flexibilidad en el lijado. Una lija de grano 220 es ideal; sin embargo puede servir cualquiera de las más finas que van de 240 a 400 de grano. En el mercado hay lijadoras eléctricas y taladros con componentes para lijar. El trabajo que vamos a hacer es tan simple que no necesitamos exagerar añadiendo esos equipos. Una lija basta.
Espátula: Se puede adquirir una inmensa variedad de espátulas de calidad. Sirve a la perfección una de hoja recta. La hoja no debería ser muy ancha ni muy larga, dada la naturaleza del trabajo que tenemos en mente.
Masilla: En el pasado era necesario preparar las masillas en casa... hasta que llegaron los tubos que contienen todo tipo de esta pasta. Sigue habiendo gente que prepara la suya. Quien hace del bricolaje un hobby no tiene dificultad para ello; manuales no faltan. Hoy en día esa labor extra es opcional para quien se anima. Al resto de nosotros nos aguarda una gran selección de masillas o pastas para madera. Excepto por el cuidado en el color correcto, la elección no debería ser difícil, si se considera que no hay diferencias importantes en la formulación de las masillas. En general se pueden lijar fácilmente y limpiar con agua.
Trapo: De algodón viene bien. Que no se deshilache ni despida pelusas; por el contrario, que sirva para recoger adecuadamente el polvo. Si se quiere se puede humedecer un poco en agua para tener una completa seguridad de que limpiará bien.
Escobilla: pincel o cepillo pequeño. Para rascar el área en la que se aplicará la pasta cuando se limpia. Este accesorio es opcional.
Pintura: Se utilizará si es necesario.
Barniz: Con este se dará una capa final de protección. Hay distintos tipos que se aplicarán según la superficie de la que se trate. El barniz acrílico bastará en la mayoría de los casos; este protege la madera, sella superficies y conserva la pintura. El barniz sintético sirve para exteriores. Muebles antiguos o superficies delicadas que no recibirán exposición al solar pueden tratarse con Superficies muy manoseadas o de uso constante, tales como pisos de madera, requieren barniz de poliuretano. Un barniz de origen natural es la goma laca, que por su precio se usa con más frecuencia que el barniz nitro, si bien los acabados son excelentes en ambos casos.
Brocha pequeña: o bien una muñequilla. La muñequilla es un artículo fabricado con un paño de algodón relleno de algodón que sustituye la broca para aplicar el barniz. Se utiliza para controlar el efecto deseado: obtener una superficie lisa y reluciente. Se evita el riesgo de que las cerdas de una brocha se desaten y se queden adheridas a la madera.
Elementos diversos: toalla, varilla, el mango de un pincel...
Primer paso: limpiar la superficie
Puede ser que la parte afectada contenga restos de madera levantada. En ese caso es obligatorio acabar de sacar las astillas raspándolas con la espátula. Hay que tener cuidado de no profundizar en el hueco. Lo que se quiere es limpiar y alisar la zona, no profundizar en el daño. Para realizar esa tarea se sostendrá la espátula entre los dedos índice y pulgar.
El trapo, húmedo si es preciso, servirá para acabar de limpiar el área. Es imprescindible si es necesario eliminar partículas de polvo o de otra suciedad minúscula. Escobilla, pincel o cepillo pequeño (puede ser un cepillo dental) pueden ser complementos útiles para extraer residuos o suciedad de ciertas hendiduras.
Segundo paso: aplicar la masilla
Podemos rellenar aplicando esta pasta con ayuda de la espátula. Podría ser necesario aplicar más de una vez hasta que el relleno se encuentre a ras con el resto de la superficie. Huecos poco profundos pueden rellenarse de una sola vez. Los orificios se rellenan presionando con una varilla de madera o de otro material, con el mango de un pincel o con papel empujado por el dedo. Otros objetos minúsculos y con la forma adecuada pueden servir.
Los tubos de masillas contienen las indicaciones de la aplicación y del manejo de los tiempos de espera. Por lo general, incluso tratándose de masillas elaboradas en casa, unos pocos minutos, no más de 5 o 10, bastan para comprobar que la sustancia se ha secado, casi. Si la vista no es suficiente, pasamos la punta del dedo por la superficie reparada para verificar que el relleno se ha puesto al nivel del resto de la madera.
Esperar mucho rato antes de aplicar la lija puede ser contraproducente, pues las masillas tienden a endurecerse mucho. Cuando se ha solidificado lo suficiente, y estando muy fresca todavía, es el momento propicio para eliminar el exceso y las asperezas importantes que sobresalen de la superficie tratada. La espátula, en contacto más o menos en ángulo recto con la madera reparada, se puede deslizar por la superficie para cortar el relleno adicional sobresaliente.
Tal vez venga bien tener una toalla a mano -húmeda, si se quiere- para secar y limpiar las manos. A veces terminan sucias de masillas o de barnices, y la sensación de tener restos en las manos se vuelve insufrible para el artesano más quisquilloso.
Tercer paso: lijar
Con la lija alisamos y nivelamos la superficie. Un buen lijado manda que se pula el área rellenada y el derredor, con el propósito de emparejar y homogeneizar lo más posible toda la zona.
Cuarto paso: pintar y barnizar
Es el momento del acabado. Si el resto de la superficie está pintada, el área reparada se cubrirá con pintura del mismo tipo y color. Un pincel o una brocha pequeña son suficientes para realizar esa tarea. Sea que haya pintado como que no, quizá tenga que utilizar un barniz.
La industria dispone de máquinas eléctricas para rociar el barniz. Por supuesto, son útiles cuando es necesario barnizar muchos objetos y de manera constante. En nuestro caso, no. Por lo que sabemos, el barniz es una especie de pintura, cuyo color adopta, oscureciéndolo. Al cubrir con él la madera en su color natural, esta se oscurece, coge brillo, resalta con más cuerpo, se suaviza y queda protegida.
Partiendo del supuesto de que la superficie reparada corresponde a un objeto barnizado previamente, es necesario barnizar el área recompuesta, cubriéndola con el barniz elegido. Un pincel o una brocha pequeña, de confiable calidad, pueden ser suficientes. Las expectativas más exigentes quizá no puedan resistirse al uso de una muñequilla.
En un hobby que ha venido siendo perfecto hasta ahora, no podemos permitirnos que en esta etapa la pintura o el barniz creen cúmulos. La brocha tiene que escurrirse lo suficiente para evitar el exceso de pintura en las cerdas. Esta otra razón hace que muchos entusiastas prefieran las muñequillas.
Siguiendo este Brycus consejo, la reparación de superficies de madera se convierte en un quehacer tan sencillo que vale la pena volver a intentar.
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